El origen de la antorcha olímpica proviene de la mitología griega, directamente del portador original: Prometeo. Según narra el mito, este titán robo el fuego de los dioses con el fin de entregárselo a la humanidad. Este fuego representa la divinidad del hombre, el cual tiene como destino convertirse en su propio Dios. Este pedazo de llama también representa la chispa del sol, debido a la adoración de los griegos hacia los astros. Esta es la razón principal por la que las sociedades secretas brindan reverencias a este Dios, ya que filosóficamente representa el mismo proceso de iluminación que debe de atravesar un iniciado para alcanzar su completa divinidad.
Simbólicamente el
acto de sostener la antorcha simboliza la adquisición de la "chispa
divina", necesaria para convertirse en su propio
"dios". Este es el eje central de diversas escuelas místicas y
sociedades secretas como la masonería, el rosacrucismo y los illuminati. Esta
es la antorcha de la iluminación mediante del conocimiento, una iluminación
dada también por Lúcifer, que en latín significa "el portador de la
luz". Esta supuesta coincidencia se debe a que los dioses griegos eran las
mismas entidades mencionadas en la
Biblia como dioses paganos o demonios. Durante el viaje de
Pablo para anunciar el reino de Dios se encontró con los diversos dioses
griegos y filosofías humanas.
Carl Diem,
dirigente del comité organizador de los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936,
propuso que la antorcha se encendiera en Grecia y fuera transportada a Berlín
en un recorrido por relevos. La idea fue aceptada y continúa cada Juego
Olímpico desde 1952.
Esperamos, como siempre, que les haya gustado. Saludos, y hasta la próxima! Cami y Anita.
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